La industria de limpieza evoluciona incorporando tecnologías que complementan los métodos tradicionales. El vapor, el ozono y las nanoburbujas ofrecen alternativas físicas de desinfección para situaciones específicas donde se busca reducir el uso de químicos o cuando las normativas lo requieren.
Las máquinas de vapor profesional generan vapor saturado entre 100°C y 180°C que elimina hasta el 99,99% de virus, gérmenes y bacterias de las superficies, según pruebas de laboratorios independientes. La temperatura destruye la membrana celular de los patógenos sin necesidad de productos adicionales.
Industria alimentaria: Desinfección de equipos de producción, cintas transportadoras y superficies sin residuos químicos que puedan contaminar alimentos.
Sector sanitario: Limpieza de quirófanos, habitaciones y equipamiento médico cumpliendo protocolos de bioseguridad.
Hostelería: Eliminación de grasa en cocinas industriales, campanas extractoras y hornos.
El vapor reduce el consumo de agua hasta un 90% comparado con limpieza húmeda tradicional y elimina el gasto en algunos productos químicos específicos. Las superficies secan rápidamente permitiendo reanudar la actividad de inmediato. Los operarios no están expuestos a vapores tóxicos durante la aplicación.
No es adecuado para maderas sin tratar, pinturas sensibles al calor y algunos plásticos. Requiere formación específica del operario.
El ozono (O₃) es un gas que se genera a partir del oxígeno mediante descargas eléctricas. En 2001, la FDA aprobó el uso de ozono como aditivo alimentario, reconociéndolo como GRAS (Generalmente Reconocido Como Seguro). Destruye microorganismos al oxidar su pared celular y elimina olores degradando compuestos orgánicos.
Desinfección de espacios: El ozono acuoso cuenta con aprobación GRAS de la FDA y el USDA para desinfección de superficies en plantas de procesamiento.
Tratamiento de agua: Purificación en piscinas, spas y sistemas de riego como alternativa al cloro.
Eliminación de olores: Tratamiento de vehículos, habitaciones y espacios afectados por humo o humedad.
El gas llega a todos los rincones, incluyendo zonas inaccesibles para la limpieza manual. Se convierte de forma natural en oxígeno tras 20-30 minutos sin dejar residuos ni requerir aclarado.
Los espacios deben estar desocupados durante la aplicación y ventilarse adecuadamente antes de su uso. Es necesario utilizar equipos certificados y personal formado.
Son burbujas de gas con diámetros inferiores a 200 nanómetros. Las nanoburbujas permanecen en suspensión durante meses debido a su movimiento browniano, mejorando la saturación de gases y la desinfección al eliminar hongos, bacterias y reducir patógenos.
Limpieza industrial: Desengraso de maquinaria y componentes sin desmontaje completo.
Acuicultura: Mejora de la calidad del agua en piscifactorías, reduciendo mortalidad de peces.
Agricultura: Desinfección de sistemas de riego por goteo y prevención de obturaciones.
Tratamiento de aguas: Implementadas en tratamiento de aguas residuales, purificación de agua potable y procesos industriales.
Bajo consumo energético (50-200W), funciona con agua dura y requiere mantenimiento mínimo sin consumibles. Su tamaño microscópico permite penetrar donde los métodos convencionales no llegan.
Vapor: Desinfección inmediata de superficies, eliminación de grasa visible y resultados instantáneos.
Ozono: Desinfección completa de espacios cerrados, eliminación de olores persistentes y tratamiento sin contacto.
Nanoburbujas: Limpieza de sistemas hidráulicos, tratamiento continuo de agua y mejora de calidad sin productos químicos.
Estas tecnologías no sustituyen completamente los productos químicos profesionales, sino que los complementan. Muchas empresas combinan ambos enfoques: utilizan productos químicos específicos para tareas concretas y tecnologías físicas para otras aplicaciones, optimizando resultados, costes y cumplimiento normativo según cada necesidad.
El futuro de la limpieza profesional está en elegir la herramienta adecuada para cada trabajo, ya sea química o física.
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